EL AGUA RESERVADA EN LOS PÁRAMOS PERMITE LA DOTACIÓN DE ESTE RECURSO PARA LA MAYORÍA DE HOGARES QUITEÑOS
Ecuador atraviesa una de las sequías más extremas de los últimos años, no obstante, gracias a la intervención de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) junto al Fondo para la Protección del Agua (Fonag), que durante 24 años han trabajado en la restauración y conservación de 150 mil hectáreas de ‘colchones de agua’ en los páramos, se ha logrado garantizar este recurso para la mayoría de hogares quiteños.
“Aunque son escenarios dantescos, causados por el calentamiento global, no sufrimos de desabastecimiento gracias a las acciones de conservación que hemos estado realizando durante años en las cuencas hídricas. Actualmente, estamos viviendo de los ahorros de agua”, explicó Rafael Osorio, jefe de Recursos Hídricos de Epmaps.
El Sistema Conducciones Occidentales, que capta las aguas de los cerros Atacazo, LLoa y Pichincha y abastece a las Plantas El Placer, Toctiuco y Chilibulo, por ejemplo, en un mes típico de septiembre, llueve 60 litros por metro cuadrado, sin embargo, se registran 0 litros en lo que va del mes; mientras que en las fuentes que vienen de la región oriental solo se han registrado 14 litros de los 70 promedio.
La falta de lluvias en el Oriente del país, en donde lo normal es que haya precipitaciones cada dos días, afectó directamente la cuenca del río Pita que sirve a la Planta Puengasí. Esta fuente es la más frágil ya que no tiene un embalse y la única forma de mantener el agua es gracias a las acciones de conservación. Ahí, la Epmaps tiene 11 mil hectáreas de conservación. En este caso, la Empresa dispuso un racionamiento del servicio que afecta al 4,8% de la población.
Además de este escenario crítico en las fuentes, en la parte urbana de Quito, se registran 40 días sin lluvias y altas temperaturas, por lo que también hay un incremento del consumo por parte de los habitantes, con el consecuente impacto en la disponibilidad de agua. En el sur de la ciudad, no ha llovido en 47 días consecutivos y en el extremo norte de la ciudad, son 74 días.
Por esta razón, se recomienda consumir el agua estrictamente necesaria para la salud, higiene y alimentación. “En Quito tenemos un efecto climático extremo y nos llama a la conciencia para reducir los consumos, pero también continuar trabajando en la conservación de fuentes para asegurar la dotación futura”, afirmó Osorio.